jueves, 22 de noviembre de 2012

A veces sueño muertos (I): Joe Hill


 Porque el que murió peleando
vive en cada compañero. 
(Quintín Cabrera, Milonga

Desde tiempo inmemorial, el mundo de los sueños se confunde con el de los muertos, como uno solo y el mismo. Hypnos y Thanatos, don Muerte y don Sueño, eran para los griegos dos hermanos gemelos, y aún entre nosotros la muerte es the big sleep, el sueño del que nunca se despierta. Como escribió el poeta Catulo, al ponérsenos esta breve luz que es la vida, nos queda por dormir la noche eterna (nobis cum semel occidit brevis lux / nox est perpetua una dormienda).

Apoya esta semejanza el hecho de que todos, o al menos incontables muchos, hemos tenido alguna vez la experiencia de soñar con una persona querida a la que ya no podremos volver a ver en el mundo de la vigilia: un difunto querido, que en nuestros sueños, resulta estar tan vivo como nosotros mismos. A veces somos conscientes en el sueño de lo incongruente de este hecho (pensábamos que Fulano estaba muerto, pero ahora que lo tenemos ante nosotros es evidente que nos habían informado mal); pero otras muchas veces asumimos con naturalidad que siga con nosotros alguien que nos sigue importando y en quien pensamos a menudo. Contra lo que podría creerse, rara vez tienen estos sueños nada de inquietante: al contrario, vienen a calmar nuestra angustia, a hacer realidad ese deseo cantado por Bécquer y Miguel Hernández de retomar una conversación que nunca dimos por terminada.

Una variante de estos sueños con difuntos es la que podríamos llamar Encuentros con Gente Importante. Importante no en el sentido en que lo son para cada uno nuestros seres queridos (aunque este sea el sentido que más importa), sino importantes para la colectividad: se trata de sueños en los que topamos con algún héroe, santo o similar que, fiel a su vocación de servicio público, viene generalmente a contarnos algo y a pedirnos (o al menos sugerirnos) que una vez despiertos lo comportamos con el resto del mundo.

Los antiguos creían que hay dos tipos de sueños: los banales o falsos y aquellos en los que nos hablan los dioses. Con independencia de que esa sea la causa o no, la distinción sigue vigente: hay sueños anodinos (los más) que olvidamos con presteza, y otros (unos pocos) que se nos quedan grabados en la mente. Los sueños con gente ilustre caen a menudo dentro de este segundo tipo,  y no es raro que el soñador, una vez despierto, los transforme en relatos, poemas o canciones.

Como muestra de este género, veamos una canción singular. Se trata de un poema compuesto por Alfred Hayes, un escritor inglés, en la década de 1930, cuando tenía algo menos de veinte años. Hayes conocía la historia de un sindicalista norteamericano de origen sueco, Joe Hill, que había muerto en noviembre de 1915 tras ser condenado a muerte por el asesinato de un policía. Aunque el caso sigue abierto en la memoria colectiva, todo parece indicar que Hill era inocente, pero pagó de este modo sus auténticas culpas: haber contribuido de forma decisiva al desarrollo del movimiento sindical estadounidense.

Hayes soñó con Joe Hill, y lo contó de este modo:

I dreamed I saw Joe Hill last night,
Alive as you or me
Says I, "But Joe, you're ten years dead,"
"I never died," says he
"I never died," says he

"In Salt Lake, Joe," says I to him,
Him standing by my bed,
"They framed you on a murder charge,"
Says Joe, "But I ain't dead,"
Says Joe, "But I ain't dead."

"The copper bosses killed you, Joe,
They shot you, Joe," says I.
"Takes more than guns to kill a man,"
Says Joe, "I didn't die,"
Says Joe, "I didn't die."

And standing there as big as life
And smiling with his eyes
Joe says, "What they forgot to kill
Went on to organize,
Went on to organize."

"Joe Hill ain't dead," he says to me,
"Joe Hill ain't never died.
Where working men are out on strike
Joe Hill is at their side,
Joe Hill is at their side."

"From San Diego up to Maine,
In every mine and mill,
Where workers strike and organize,"
Says he, "You'll find Joe Hill,"
Says he, "You'll find Joe Hill."

I dreamed I saw Joe Hill last night,
Alive as you or me
Says I, "But Joe, you're ten years dead,"
"I never died," says he
"I never died," says he 
El poema tenía la musicalidad de una balada tradicional, así que no pasó mucho tiempo antes de que recibiera la melodía y los acordes que le faltaban para convertirse en una canción propiamente dicha. Se ocupó de ello Earl Robinson en 1936, con tanto acierto que la canción se convirtió enseguida en uno de los himnos de las revueltas por los derechos civiles. Como tal la interpretó de forma memorable Joan Baez en el célebre festival de Woodstock de 1969. Le confiamos a ella el cierre de esta entrada.



 
A

lunes, 19 de noviembre de 2012

Novedad para Navidad

Acaban de salir en las librerías — a buen precio, 20€ o 16€— dos novedades que serán Superventas:

La primera es Maravillas, del autor de La invención de Hugo Cravet; el ilustrador-escritor nos lo explica:

“Después de terminar La invención de Hugo Cabret quería aprovechar todo lo que aprendí haciendo ese libro para hacer uno nuevo. Empecé a pensar en qué otra cosa podía hacer para contar una historia con imágenes, y pensé que podría ser interesante tratar de contar dos historias diferentes: una que tiene lugar en 1977 y está contada con texto, con palabras, como un libro normal; y otra que tiene lugar cincuenta años antes, en 1927, y que está narrada íntegramente con imágenes”. 

 Brian Selznick, quien emplea un lenguaje cinematográfico en sus libros, comenta lo siguiente sobre Maravillas“cuando el lector lea este libro, cuando lo abra y vea las ilustraciones y lea la historia, y compruebe que se unen, pueda sentir el amor que yo sentí por todos esos elementos y por los personajes”.

Según cuenta, un amigo que trabajaba en el Museo de Historia Natural de Nueva York le llevó a conocer la trastienda del museo, rincón que sirve de punto de encuentro para las historias de los dos protagonistas de la novela...



Y Mejor Manolo de Elvira Lindo (Manolito Gafotas) ¿Qué aventuras habrán pasado tras diez años? Seguiremos informando...

Luto en las canciones infantiles

Hola: Much@s sabréis cantar letras de canciones infantiles, pero no son de series de dibujos actuales -Bob Esponja, Pocoyó, Doraemon y demás-, pues son de una familia latinoamericana muy conocida, los Aragón.

Igual os suenan más sus nombres artísticos: Gaby, Fofó, Miliki y Fofito (Milikito al final también se añadió), de los Payasos de la Tele.

El sábado 17 de noviembre falleció Miliki, que hasta el final y con más de 80 años seguía componiendo y adaptando canciones infantiles para que los niños aprendieran cantando -con tablas de multiplicar y conceptos de las materias del cole, letras de películas, etc.


Desde este blog nos unimos al pesar de su familia y amigos cercanos. El "¿Cómo están ustedes?" se contesta solo por toda España y Latinoamérica. Era un tipo "fantasticular", que decía una de sus letras.

Enhorabuena a Laura

Nos referimos a la joven autora Laura Gallego, que ha recibido a finales de octubre el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil. Tenemos pocos autores españoles que se dediquen todo el año a la narración juvenil -ahora que ya no hay J.K. Rowling y otros extranjeros que terminaron su saga Potter o Crepúsculo...

Desde aquí, nos añadimos a las celebraciones y felicitaciones para esta autora, recordando que sus obras se encuentran en nuestra biblioteca para vuestro disfrute -no solo tiene "El valle de los Lobos"-

miércoles, 14 de noviembre de 2012

PREMIO PLANETA 2012

Te presentamos una curiosidad sobre los premios literarios-—donde el ganador recibe un importante premio en metálico—. En estos premios debes presentar tu obra inédita y firmada con un pseudónimo.

Este año, el Premio Planeta —que suele entregarse a un autor muy conocido y consagrado; el/la finalista es menos conocido pero suele haber ganado algún premio o merecimiento público. Si eres desconocido o es tu primera novela, tienes menos posibilidades— ha recaído en Lorenzo Silva, con su obra La marca del meridiano, una novela polícíaca con sus personajes Bellacqua y Chamorro, protagonistas de ya ¡¡¡6 novelas de la saga!!!

Es muy probable que al leer la novela se adivine claramente el autor, a pesar del pseudónimo. ¿¿¿Hubo lo que se llama tongo??? Esperamos comentarios.


Asignatura de Ciencias

Han llegado dos ejemplares a la zona de novedades, sobre Ciencias. Su título es Los científicos y sus locos experimentos  de la colección Terriblemente famosos.

En sus páginas podemos encontrar biografías de insignes científicos como Newton -por si me lo piden en algún tema del libro de texto- y ejemplos de experimentos. Incluye dibujos para hacer más amena la lectura.
 Espero que os guste y que os animéis a descubrir novedades, como hicieron ellos.

martes, 13 de noviembre de 2012

PÉREZ REVERTE

En la biblioteca, en nuestra estantería de novedades, según se entra, se encuentra la colección de libros del autor españo Pérez-Reverte, creador del personaje del Capitán Alatristre -del que se ha hecho película-, por lo que podemos acercarnos o seguir disfrutando de sus novelas.

Sin embargo, en esta colección se encuentran 3 tomos -algo grandes, por la cantidad de opiniones volcadas a lo largo de los años- con las páginas de opinión publicadas en los periódicos durante la última década.

Puede servir para conocer algo de historia de esos años, críticas contra injusticias o simplemente disfrutar de una o más páginas de buena literatura -del género ENSAYO, como recordarás.

lunes, 12 de noviembre de 2012

Azares del cazador (IV): La Cierva Blanca



Guiguemar [protagonista de uno de los lais, poemas narrativos, escritos por María de Francia en el siglo XII] es un joven que ha decidido no amar. Hasta que un día se adentra por el bosque para cazar y dispara una flecha a una cierva blanca que de pronto ve salir entre los matorrales. La flecha hiere mortalmente a la cierva, pero vuelve atrás y hiere a su vez a Guiguemar en un muslo. Este cae herido junto a la cierva, que entonces le habla y le dice su destino, de una manera que recuerda a una maldición y que se asemeja al geis céltico. Su herida nunca sanará, a menos que ame a una mujer. Aunque sea en una relación inversa, se da aquí una coincidencia entre la interioridad del sujeto (no amar) y el curso de los acontecimientos, y es en esa coincidencia donde reside lo maravilloso de la aventura, y por lo que el acontecimiento se convierte en signo repleto de significado para quien lo vive. 


(Victoria Cirlot, Figuras del destino. Mitos y símbolos de la Europa Medieval, Siruela, pág. 48)

Azares del cazador (III): Melusina


De cómo Remondín encontró a Melusina
(Jean d’Arras, Melusina o la noble historia de Lusignan,
escrita entre 1387 y 1392; traducción de Carlos Alvar,
Madrid: Siruela, 1992, pp. 11-18)

Al día siguiente, el conde Aimeric salió de Poitiers con gran acompañamiento de caballeros y de nobles; a su lado se mantenía siempre [su sobrino] Remondín, que montaba un rápido corcel, ceñía espada y levaba la pica al hombro.
Llegaron al bosque y empezó la cacería. El jabalí era fiero y bravo, acabó con varios lebreles y alanos, y huyó por el bosque que era muy abrupto; entonces empezó el acoso con los voceadores, pero el animal no temía nada y respondía de tal forma que no había perro tan atrevido que osara acercarse, ni cazador tan valiente que le atacara; llegaron los caballeros y escuderos, pero ninguno se atrevió a descabalgar para enfrentarse con él. Entonces el conde dijo en voz alta:
—¿Cómo? ¿Este hijo de cerda nos va a asustar a todos?
Cuando Remondín oyó a su tío, se avergonzó, saltó del corcel con la pica empuñada y atacó al jabalí rápidamente, golpeándole en el pecho con toda su fuerza. El animal se revuelve y lo tira de rodillas, pero él se pone en pie con valor y decisión y se prepara para clavarle la pica otra vez; pero el jabalí se gira y emprende la huida, de forma que no hubo perro, caballero, ni nadie que no perdiera el rastro y la vista del animal, a excepción del conde y de su sobrino, que había vuelto a montar y lo perseguía por delante de todos a tanta distancia que su tío temía que el jabalí le atacara y por eso grita:
—¡Buen sobrino, deja estar la pieza! Maldito sea quien nos la anunció, pues si este hijo de cerda os ataca, nunca más tendré alegría.
Remondín, que estaba excitado y que no se preocupaba por su vida, ni por la suerte o desgracia que le pudiera sobrevenir, persigue al jabalí con su rápido caballo, y el conde sigue sus huellas o lo ve de lejos.
¿Para qué serviría continuar hablando? Los caballos empezaron a cansarse y a quedarse rezagados, menos los de Remondín y Aimeric. que siguieron en el acoso hasta que se hizo noche cerrada.
Entonces se detuvieron bajo un gran árbol, y le dice el conde a Remondín:
—Buen sobrino, nos quedaremos aquí hasta que salga la luna.
—Como digáis, señor.
Descabalgó, tomó su pedernal y encendió fuego. Un poco más tarde salió la luna hermosa y clara, y brillaron las estrellas. El conde, que sabía mucho de astros, contempla el cielo y ve las claras estrellas, el aire puro y la hermosa luna, sin manchas ni oscuridades, Remondín, mientras tanto se esforzaba en encender el fuego para que su señor estuviera a gusto, y Aimeric contemplaba el cielo: entonces el conde empezó a suspirar profundamente, a la vez que decía:
—Dios verdadero, qué extrañas y admirables resultarían las maravillas que has confiado a la Naturaleza para que las administre si Tú no las cubrieras con tu gracia divina; es especialmente digna de admiración la señal que veo en el curso de las estrellas, que has establecido en el firmamento desde que el cielo existe y que puedo conocer gracias a la alta ciencia de los astros; por eso te alabo de todo corazón, a Ti y a toda tu Alta Majestad, con la que nada es comparable. ¿Cómo podría resultar inteligible a la sabiduría humana si tu oculto designio no lo hubiera decidido, el hecho de que se pueda sacar honor y provecho obrando mal? Gracias a la noble ciencia que me has concedido, veo que es así; y me admiro profundamente.
Entonces empezó a suspirar más que antes. Remondín, que había encendido una hoguera y que había oído parte de las palabras del conde Aimeric, le dijo:
—Señor, el fuego ya arde; venid a calentaros. Creo que llegarán pronto quienes nos den buenas noticias, pues pienso que la pieza ha sido cazada, porque he oído tocar cuernos para reunir los perros, segun me ha parecido.
—Eso me preocupa poco. Más me inquieta lo que estoy viendo.
Entonces mira al cielo y comienza a suspirar más profundamente que antes. Remondín, que lo quería mucho, le dice:
—Señor, por Dios, dejad estar esas cosas, pues un príncipe tan alto como vos no debe preocuparse de tales artes, ni de tales asuntos; sea como sea, Dios os ha concedido una elevada y noble situación y grandes posesiones en la tierra, por lo que podéis dejar las preocupaciones —si así lo deseáis— y las tristezas que os dan asuntos que no os pueden ayudar, pero tampoco perjudicaros.
—¡Ay, loco! Si supieras la grande, rica y maravillosa aventura que estoy contemplando, te quedarías sorprendido.
Remondín, que no pensaba en nada malo, le respondió:
—Mi muy querido señor, dignaos en decírmelo, si es posible, y si es asunto que yo deba conocer.
—Por Dios, lo vas a saber; ten por cierto que yo no desearía que Dios, ni el mundo te pidiesen cuentas con respecto a esta aventura, que nos afecta a ti y a mí, pues yo ya soy viejo y tengo bastantes herederos para que me sucedan en todas mis posesiones; te quiero tanto que me gustaría que recayera sobre ti un honor tan alto como el que veo en el curso de las estrellas: si un súbdito mata en este momento a su señor, llegará a ser el más rico, el más poderoso, el más honrado de su linaje, y de él saldrá una descendencia tan noble como para que se mencione hasta el fin del mundo, tenlo por cierto
Entonces respondió Remondín que jamás podría creer que una cosa así fuera verdad, pues iba en contra de la razón el que alguien consiguiera bienes y honra cometiendo una traición mortal.
—Sin embargo, Remondín, yo creo que es verdad, tan verdad como te lo he dicho.
—No me lo creo, pues es increíble.
Entonces se pusieron los dos a pensar en el asunto, y de pronto oyeron por todo el bosque un gran ruido de ramas y de arbustos que se rompían. Remondín tornó la pica, que estaba en el suelo, y el conde desenvainó la espada y esperaron así mucho rato para saber qué pasaba, colocándose delante del fuego, en el lado por donde habían oído el quebrar de las ramas. Al cabo de algún tiempo, vieron llegar un gran jabalí, digno de admiración, que iba contra ellos espumeando y enseñando los dientes.
—Señor —dice Remondín—, subid a este árbol para que el jabalí no os haga daño y dejadme que me enfrente a él.
—No querrá Jesucristo que te deje solo en esta situación.
Cuando Remondín lo oye, ataca al jabalí empuñando la pica, con deseos de matarlo; el animal lo esquiva y se dirige contra el conde. Así comienza el dolor y la gran tristeza de Remondín, y la gran felicidad que le llegó tras esta dolorosa tristeza, según cuenta la verdadera historia.
En esta parte dice la historia que el jabalí se dio cuenta de que Remondín iba contra él y se desvió, yendo velozmente hacia el conde, que al verlo acercarse envainó la espada y cogió una pica que había visto a su lado; sujetando la pica bajo la planta del pie, dirigió la punta hacia el pecho del animal, que venía muy deprisa, pero tenía tan dura la piel que el conde cayó de rodillas por el impulso del jabalí. Remondín acudió corriendo con otra pica, dispuesto a herir al animal en el vientre, pues el golpe del conde lo había tirado de espaldas. La pica del joven sólo rozó las cerdas del lomo, y como iba con fuerza resbaló y alcanzó al conde atravesándolo de parte a parte por el ombligo. Remondín le saca del vientre la pica a su tío e hiere al jabalí, derribándolo muerto; después va al lado del conde e intenta levantarlo, pero era en vano, pues ya había muerto. Cuando Remondín vio la herida y la abundante sangre que manaba de ella, sintió tal dolor que ningún hombre lo ha tenido mayor en su vida, y decía:
—¡Ay! Falsa Fortuna, ¿cómo eres tan perversa que me has hecho matar al que amaba tanto, a quien me había hecho tanto bien? ¡Ay! Dulce Padre todopoderoso, ¿en dónde podrá refugiarse este desdichado pecador? Ciertamente, todos los que oigan contar esta desgracia me condenarán, con motivo, a morir de vergonzosa muerte y mediante duro tormento, pues peor traición no fue cometida nunca por un pecador. Tierra, ¿por qué no te abres? Trágame y ponme junto al más oscuro y odioso de los ángeles, el que antaño fue el más hermoso de todos, pues le he servido bien.
Durante mucho rato hizo estas lamentaciones y, después, se dirigió a sí mismo:
—Mi señor, que aquí yace muerto, me dijo, si ocurría tal cosa, que yo sería el más honrado de mi linaje, pero veo lo contrario, pues seré el más desdichado y el más deshonrado, y es justo que así sea. Sin embargo, ya que no puede ser de otra forma, me iré de esta región en busca de la aventura allí donde pueda expiar mi pecado, si Dios quiere.
Entonces se acercó a su señor, lo besó llorando y con el corazón tan entristecido que no diría una palabra por todo el oro del mundo; toma el cuerno de caza y se lo coloca sobre el pecho; después monta y se aleja a través del bosque, sin saber a dónde ir. Llevaba tal dolor que sería imposible contar la décima parte.
Dice la historia que cuando Remondín dejó a su señor muerto en el bosque, junto al fuego y al lado del jabalí, cabalgó por el tupido bosque con un dolor digno de admiración; cabalgó hasta que le envolvió la noche, y era medianoche. Llegó a una fuente conocida corno Fuente de la Sed, llamada por algunos Fuente Hechizada, pues antaño ocurrieron muchas aventuras en ella, y aún ocurrían de vez en cuando. Estaba la fuente en un lugar escarpado y admirable, con grandes rocas por encima y un hermoso prado a lo largo del valle, más allá del bosque. La luna brillaba clara y el caballo de Remondín lo llevaba a su gusto, por donde quería, pues al joven le faltaba la voluntad por la tristeza que tenía, como si estuviera adormecido. Cabalgó hasta llegar muy cerca de la fuente, junto a la que se solazaban tres damas; una de ellas era la señora de las otras. De ésta vamos a hablar, de acuerdo con lo que nos dice la historia.
Ahora cuenta la historia que el caballo llevaba a Remondín, que estaba pensativo, triste y cabizbajo por lo ocurrido, por donde quería, sin que él le tirara del freno hacia la derecha o hacia la izquierda; y el joven ni oía, ni veía, ni entendía. En tal estado pasó por delante de la fuente en la que estaban las tres damas, sin verlas, y el caballo se lo llevó rápidamente; entonces, la de más dignidad dijo a las otras:
Ese que pasa por ahí parece hombre gentil, pero no lo demuestra, sino que se comporta como tosco al pasar de tal forma ante damas o doncellas sin saludarlas.
Decía esto por disimular, para que las otras no se dieran cuenta de lo que estaba pensando, pues sabía que era un joven valeroso, tal como oiréis más adelante. Les dijo a las otras:
—Quiero ir a hablar con él.
Las deja y va hacia Remondín; sujetando el freno del caballo, lo detiene a la vez que dice:
—Vasallo, gran orgullo o gran necedad os hacen pasar así por delante de doncellas sin saludarlas, aunque orgullo y necedad pueden estar juntos en vos.
Y a continuación se calla. El joven, que ni la oye, ni la escucha, no le contesta una sola palabra. Ella, como enfurecida, vuelve a dirigírsele diciendo:
—¿Cómo, estúpido señor, sois tan engreído que no os dignáis responderme?
Él no le contesta una palabra.
—A fe mía —exclama la dama—, creo que este joven está dormido encima de su caballo, o que es sordo y mudo; pero creo que voy a conseguir que hable, si es que ha hablado alguna vez.
Entonces lo coge por la mano y tira fuerte y firme diciendo:
—Señor vasallo, ¿estáis dormido?
Remondín vuelve en sí, como quien se despierta sobresaltado, empuña la espada, pensando que le atacaban las gentes del conde. Cuando la dama lo ve, se da cuenta de que hasta entonces no se había percatado de su presencia, y le dice riendo:
—Señor vasallo, ¿con quién queréis entablar batalla? Vuestros enemigos no están presentes aquí. Buen señor, yo soy de los vuestros.
Cuando Remondín oye esto, la mira y observa su gran belleza; se queda admirado y le parece que nunca vio a nadie semejante. Descabalga rápidamente y hace una reverencia con cortesía, mientras dice:
—Queridísima señora, perdonadme la injuria y la villanía que he cometido para con vos, pues me he portado muy mal: os juro por mi fe que ni os había visto, ni oído hasta que me tirasteis de la mano. Pensaba en un asunto que me ha llegado al corazón y le ruego a Dios que me ayude a salir de él.
—Señor, bien habéis hablado, pues siempre se ha de invocar a Dios para que nos ayude. Os creo en lo que habéis dicho de que no me habíais oído ni escuchado, pero, ¿a dónde vais a esta hora?, si es que me lo podéis revelar; si no conocéis el camino, os ayudaré a encontrarlo, pues no hay vereda ni sendero en este bosque que yo no sepa a dónde se dirigen; confiad en mí.
—Señora, muchas gracias por vuestra cortesía. Llevo perdido mi camino la mayor parte de hoy, hasta ahora.
Cuando la dama ve que mantiene la reserva, le dice:
—Remondín, por Dios, de nada os vale guardar el secreto; sé bien qué os ha pasado.
Al oír que la dama lo llama por su nombre, se quedó tan asombrado que no supo qué responder; ella, que se dio cuenta de que estaba avergonzado de que supiera tanto de él, le dijo:
—Por Dios, Remondín, después de Dios soy yo la que más te puede ayudar y proteger en este mundo, en tus adversidades, y convertir tu desdicha de mal en bien. De nada te vale ocultarlo. Sé cómo has matado a tu señor por mala suerte, como si lo hubieras querido, aunque en ese momento no deseabas hacerlo y sé todas las palabras que te dijo gracias a sus muchos conocimientos de los astros.
Al oír esto, Remondín se quedó más asombrado que antes, y le contestó:
—Querida señora, me decís la pura verdad, pero me pregunto admirado cómo lo sabéis o quién os ha informado tan pronto.
—Remondín, no te asombres, pues lo sé y sé que piensas que soy fantasma o que mi figura y mis palabras son obras del diablo, pero te aseguro que estoy del lado de Dios y que creo en todo cuanto debe creer una católica; ten por seguro que sin mí y sin mi consejo no podrás llevar a buen término lo que emprendas. Si me crees, todas las palabras que te dijo tu señor se cumplirán en ti, con la ayuda de Dios, y muchas más que no te dijo, pues serás el más poderoso y el mayor de tu linaje.
Cuando Remondín oyó las promesas de la dama, recordó las palabras que le había dicho su señor, y no se olvida del peligro que le acecha de ser desterrado o muerto, o expulsado de todas las tierras donde sea conocido; decidió entonces confiar en la dama, pues sólo tenía que pasar una vez el cruel paso de la muerte. Respondió con humildad:
—Querida señora, os agradezco la promesa que me hacéis. Sabed que ni por dificultad, ni por duro que sea, dejaré de hacer, en lo posible, lo que queráis, si es cosa que pueda emprender un cristiano sin faltar al honor.
—Habéis hablado bien. Os aconsejaré algo de lo que sólo recibiréis bienes y honra, pero es necesario que antes me prometáis que os casaréis conmigo. No temáis, pues estoy del lado de Dios.
Remondín juró que así lo haría.
—Ahora, Remondín —añadió ella—, es necesario que juréis otra cosa.
—¿Qué es, señora? Estoy dispuesto, si es algo que yo pueda hacer.
—Sí, no os perjudicará. Me juraréis, por todo lo que se pueda jurar, que los sábados no intentaréis verme, ni preguntaréis dónde estoy. Os juro por mi alma que ese día yo no hago nada que os pueda deshonrar y no hago sino pensar en cómo aumentar vuestra valía y vuestro estado.
Remondín se lo jura así, y entonces la dama vuelve a tomar la palabra:
—Amigo, os diré lo que tenéis que hacer. No temáis nada; id directamente a Poitiers; al llegar, os encontraréis con varios que habrán vuelto de la cacería y que os pedirán noticias de vuestro señor el conde. Decid: ¿cómo, no ha regresado? Contestarán que no. Responded que no lo visteis desde que la cacería comenzó a complicarse y que entonces lo perdisteis en el bosque de Colombieres, como les pasó a los otros, y os quedaréis asombrado como los demás. Inmediatamente después llegarán los cazadores y gentes suyas, que llevarán en unas parihuelas al conde muerto; a todos les parecerá que la herida fue causada por los colmillos del jabalí, y todos coincidirán en que el animal lo mató y que el conde mató al jabalí, y considerarán que fue muy valiente. Entonces empezará la aflicción. La condesa, su hijo Beltrán, su hija Blanca, todos, grandes y pequeños, llevarán luto. Expresad tristeza y vestid de negro como los demás. Los funerales serán muy dignos, y cuando llegue el momento, los nobles rendirán vasallaje al nuevo conde. Vendréis a verme la víspera del día en que se deba celebrar el vasallaje, y me encontraréis en este mismo lugar. Tomad, amigo, como principio de nuestro amor estos dos anillos de oro que están juntos; sus piedras tienen una gran virtud: la de uno es que a quien se le dé por amor no morirá por heridas de arma, mientras lo lleve; la del otro, que le hará vencer a sus enemigos, si tiene razón, tanto en pleitos como en pelea. Con los anillos iréis seguro, amigo mío, pues no tendréis que temer nada.
Entonces se despidió Remondín abrazándola con dulzura y besándola con amor, confiado totalmente a ella; y ya estaba tan enamorado que consideraba verdad cuanto le decía y tenía razón al obrar así, según oiréis más adelante, en la historia auténtica.
Nos cuenta la historia que Remondín volvió a montar a caballo y su dama le indicó el camino correcto para ir a Poitiers y lo dejó. Remondín, que estaba muy a gusto en su compañía, se puso triste, pues hubiera querido estar siempre con aquella que le había dado tranquilidad. Cabalga hacia Poitiers y la dama vuelve a la fuente, al lado de las otras dos. Aquí la historia deja de hablar de ellas y vuelve a hablar de Remondín, que iba a Poitiers.

jueves, 8 de noviembre de 2012

Azares del cazador (II): Romance de la Infantina




Continuamos esta serie con otra historia de cazadores que se pierden en lo inesperado. Esta vez se trata de un romance tradicional, compuesto de manera harto curiosa: se han combinado secuencias de tres historias distintas, formando con ellas una trama coherente. La versión que ofrecemos la recogimos en el año 2003 de boca de Guadalupe Alegre, gran amiga y pozo inagotable de sabiduría popular, y está recogida en el CD Cancionero y romancero del Campo Arañuelo: una obra única en su especie que se publicó en el año 2006 en edición no venal, y de la que no es ya sencillo encontrar copias. Podéis consultarla en nuestra Biblioteca, o sacarla en préstamo.  

 Cazador que vas cazando
(Cancionero y romancero del Campo Arañuelo, CD-ROM, Navalmoral: Arjabor, 2006)

(La Infantina + Caballero burlado + Hermana cautiva: IGR 0164 + 0100 + 0169)    

Informante: Guadalupe Alegre García, de Jaraíz de la Vera.
Fecha de nacimiento: 1 de julio de 1955.
Lugar: Navalmoral de la Mata.
Fecha: 31-3-2003. 
Recopilador: Alejandro González.

         Cazador que vas cazando,
        cazando de noche y día.
        Los perros iban cansados,    
        la caza no parecía.
5      Se ha parado a descansar
        al tronco de una hermosa encina.
        El tronco era de oro,
        las ramas de plata fina
        y en la cogolla más alta
10    y había una hermosa niña
        con una mata de pelo
        que toa la encina cubría.
        —No te asustes, cazador,
        que soy una hermosa niña
15    que en el vientre de mi madre
        me maldijo una tia mía
        que tenía que estar penando
        siete año(h) en esta encina
        y hoy los cumplo, cazador,
20    al punto de mediodía.
        Si me quieres esperar,
        iremos en compañía.
        —¿Dónde montaré a mi bella,
        dónde montaré a mi blanca?
25    —Y en las jancas del caballo
        para mayor honra mía.
        Y a la mitad del camino,
        la niña se sonreía.
        —¿Por qué sonríes, mi bella?
30    ¿Por qué sonríes, mi blanca?
        —Me río de ti, cazador,
        que las espuelas se te olvidan.
        Mi padre fabrica el oro,
        mi madre la plata fina
35    y un hermanito que tengo
        se dedica a cacería.
        Abrir puertas y ventanas,
        balcones y galerías.
        Creí que traía una novia
40    y traigo a una hermana mía.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Dos novedades juveniles

Según entramos al recinto bibliotecario, en las estanterías podemos encontrar dos novedades que se recomiendan para jóvenes -los autores las pensaron para que los lectores adultos las disfrutaran, pero los jóvenes las comentan más; por eso las traemos a esta entrada del blog:


A) La oveja negra y demás fábulas de Augusto Monterroso. Es el autor del famoso microrrelato del dinosaurio. En esta obra, podéis encontrar cuentos de una página o tres, con buen sentido del humor y alguna moraleja escondida.


B) La Sociedad de la sangre, de Susan Hubbard. Historia de vampiros, sobre una adolescente que vive sola con su padre. Obra recomendada por Stephanie Meyer en la portada; incluye amor, vampiros -nada de lobos-, misterio y originalidad durante todas sus páginas, lo que te engancha en su lectura.

Espero que sean de vuestro agrado y se presten a menudo; las podéis comentar entre vosotros y aquí en vuestra blog.

Literatura y teatro

Sabemos que hay obras literarias creadas directamente para ser representadas en teatro (sí, las obras dramáticas, como las de LORCA, LOPE de Vega o un tal SHAKESPEARE).

Pero más raro, aunque la década actual lo puede convertir en habitual, es tomar Novelas para hacer una obra con actores -ya lo hacía GALDÓS con sus obras; para sacarse un dinerito en sus últimos años de vida-.

Actualmente, se representan CINCO HORAS CON MARIO de Miguel Delibes (un monólogo dramático, no monólogos cómicos como los de la tele) o WILT , de Tom Sharpe ("El crimen de la muñeca hinchable", lo han subtitulado en castellano), para poner dos ejemplos.

También otros años, actores como EL BRUJO han sido el Lazarillo de Tormes; actrices se han disfrazado de La Celestina....

Todos esos libros están en nuestra biblioteca... para que los leais como novela o los imaginéis con actores sobre un escenario.


Nuevos libros con película

Las fiestas dan tiempo para leer y para recordar libros de nuestra biblioteca que nos han gustado. Como a otros lectores-directors, que los han convertido en film; por ejemplo:
DESPEREAUX -Kate Di Camillo sobre un ratón valiente que salva a una princesa (la película es con animación 3D como las de Shrek o Pixar).
EL HUÉSPED, de Stephanie Meyer. Como no se puede vivir -sobre todo los actores y director- viendo muchas veces la serie CREPÚSCULO, para el año 2013 se estrenará su obra de adolescentes sobre invasores de cuerpos -¿habrá amor entre la chica y su invasor interior?

BIENVENIDOS AL CURSO

Hola:  
Con el frío, empezamos las entradas de este blog para el curso 2012/2013. En ella incluiremos, como otros años, novedades de nuestra biblioteca y noticias o curiosidades del español y su literatura....

Podéis buscar no solo los libros de lectura obligatoria de diversas materias, estudiar en los recreos, leer y hojear libros y revistas... todo menos hablar y molestar al ambiente relajante de nuestra biblioteca.

Un saludo y esperamos vuestras colaboraciones.

Azares del cazador (I): Las Mil y una Noches


En esta entrada y otras dos que vendrán, recuperamos tres historias que tienen en común el planteamiento: se trata de cazadores que se pierden en lo inesperado y tienen allí un encuentro crucial, no siempre agradable. 

La primera pertenece a Las mil y una noches, esa joya de la literatura universal que los críticos árabes consideran, paradójicamente, poco menos que subcultura. La citamos por la traducción de Rafael Cansinos Asséns en la editorial Aguilar —una maravilla que no está en nuestra Biblioteca, pero que ojalá llegue a estarlo, el día que se reedite.(Sí contamos en cambio con su estupenda traducción y comentario del Corán, el libro santo musulmán, que se ha publicado recientemente.)

Antes de empezar, una nota de vocabulario: algecira (palabra que no recoge el DRAE) , del árabe alcherisa, es una voz que significa isla, península y toda tierra cercada de agua. En la edición inglesa, de Richard Burton, el encuentro no tiene lugar en una algecira, sino en un lugar ruinoso.
 

I. Historia del hijo del rey y la algola 

(Libro de las mil y una noches, traducción de Rafael Cansinos Assens, 
tomo I, México: Aguilar, pp. 435-6)

Has de saber, señor, que érase una vez un rey, el cual tenía un hijo muy aficionado a salir de caza y montería, y habíale mandado a uno de sus visires que cuidase del príncipe y lo acompañase adondequiera que fuese y no lo dejase. 

Y sucedió que un día de los días salió el joven príncipe de cacería acompañado del visir de su padre como solía. 

Y fueron cabalgando hasta que se toparon con una bestia salvaje, disforme, espantable. Y dijo el visir al hijo del rey: 

—¡A ti te está reservada esa pieza; anda y corre tras ella! 

Siguiola, pues, el hijo del rey hasta perderse de vista y también se le perdió a él de vista la fiera en aquella campiña extensa. Quedose, pues, perplejo el hijo del rey, sin saber adónde huyera la fiera, cuando hete aquí que en un otero cercano divisa una mocita que estaba llorando. 

Y el hijo del rey le preguntó: 

—¿Quién eres? 

Y ella le contestó: 

—Soy la hija del rey de los reyes, de Al-Hind [la India]. E iba por los campos montada en mi bestia cuando me tomó el sueño y rodé por tierra y no supe más qué fuera de mí hasta que me encontré sola y perdida aquí. 

Oído que hubo sus palabras el hijo del rey, luego compadeciose de su estado y la montó a la grupa de su caballo, y siguió adelante por aquella campiña hasta llegar a una algecira. 

Díjole entonces la mocita: 

—Querría, sidi [señor], hacer una necesidad, que estoy que no puedo aguantar. 

Ayudola el hijo del rey a descabalgar y a dirigirse a aquel lugar. Apartose luego por discreción, pero visto que tardaba fue allá tras de ella, sin que lo advirtiera. 

Y hete aquí que era una algola y les estaba diciendo a sus hijos: 

—Hijitos míos, os traigo hoy un joven gordito. 

Y ellos le dijeron: 

—Pues tráenoslo acá luego, madre, y nos lo comeremos y en nuestras panzas nos lo meteremos. 

Al oír tales palabras el hijo del rey barruntó su muerte y los miembros de su cuerpo se le estremecieron y llenósele de pavor el alma y alejose de allí sin tardanza. Salió en esto la algola y lo vio temeroso y azorado, que temblaba de puro asustado, y le dijo: 

—¿Qué tienes y a qué viene ese temor, hijo mío? 

A lo que él fue y le dijo: 

—Es que tengo un enemigo y temo de él. 

Díjole la algola: 

—¿No dijiste tú "soy el hijo del rey"? 

—Y así es —respondió él. 

Y la algola tornó a decir: 

—Pues siendo así ¿por qué no le das a tu enemigo un poco de dinero y se dará por satisfecho?

Pero el hijo del rey le contestó: 

—No se dará por satisfecho sino con mi vida; soy víctima de una injusticia. 

Y le dijo la algola al oírlo: 

—Si eres víctima de una injusticia, según afirmas, invoca la ayuda de Alá y El te librará de su daño y de todo mal. 

Alzó entonces el hijo del rey su frente a los cielos y exclamó: 

—¡Ye [oh] Aquel que oyes la imploración del agraviado cuando lo implora y descubres el mal! Defiéndeme de mi enemigo, ahuyéntalo de junto a mí. Que en verdad eres sobre toda cosa poderoso, oh Alá. 

No bien hubo oído la algola su plegaria, alejose de allí aprisa y en un instante se perdió de vista. Alejose también de allí el hijo del rey y fue a su padre y contole el cuento del visir.